miércoles, 16 de diciembre de 2009

EJERCICIO NEMOTÉCNICO PARA EL ESTUDIO DE ANATOMÍA. NO POR ELLO MENOS SENTIDO.


La otra noche soñé con el perro blanco que sentado miraba triste con su cuello ensangrentado. Despierto.

El día se me hacía intenso, con esas vueltas de sangre en el cuello, que había visto en los fantasmas de la noche y que se reproducía en cada animal que topaba en el camino. Perseguida si la sangre cayendo era la imagen de perder la fuerza, poco a poco, del animal que soy. O, temblante de saber, si acaso se atravesaría uno de esos dolores que mutan el decir y que sólo se convierten en corazones con arritmias o infartados que viven aún con una parte muerta del cuerpo. Caudal de infinita necrosis que se desenvuelve en el micro mundo atado de los afectos.

Había aprendido que las manifestaciones de aquello que se presenta en el mundo onírico podía verse reflejado, en la realidad: como pronósticos, que ya lo indicara la cosmovisión mapuche; o manifestaciones reprimidas de la vigilia, como aprendiéramos de Freud; o de esa memoria que se fusiona con el inconsciente colectivo que como arena de mar, mi grano de sueño era parte de las orillas de un todo histórico que lleva los sonidos hacia atrás, siguiendo a Jung; o más nada, el Hun en su fuerza energética de madera atravesando los canales de los sueños o pesadillas, como me lo enseñara la medicina tradicional china.

Algo debía suceder, no sólo hoy, ni mañana, sino que en cualquier momento en que se focalice la historia con la realidad y sus circunstancias. De un tiempo a esta parte, algo raro andaba en mí cuerpo, un ángel, un soplido de primavera, una abeja reina zumbándome o ese mismo efecto de abejorro que me procuraba, para ser polen y seguir sembrando. Salía del agua y mis brazos eran manos de reptil, los ojos emprendían el vuelo con las aves estación tras estación en el río, y el cuerpo en estado horizontal se confundía con la arena. Pretendo convencerme que este estado extraño, no es insólito, lo que pasa es que no hemos aprendido a escuchar ni escucharnos. Prefiero creer que las señales están en las nubes, o el zorzal que me miró de perfil, o el pij pij del chincol que cantaba en una tarde de sábado en clases y esta vez, la señal había entrado por un lado de la puerta brillante de la madera alterando mi joven mar.

Sin duda que mis descubrimientos, seguían estando en los cajones del misterio, y yo, espíritu intranquilo, quería seguir operando esas cortinas de las corneas que costaba tanto develar. La primavera y sus vientos han venido a revolverlo todo, mis preceptos otra vez han derrumbado los pilares del pasado, nuevamente el viento de las hojas han cambiado de posición como el suspiro de mis sentires, hacia ti, hacia mí. Y aquí, es cuando las olas del mar se levantan a golpear las rocas y darle forma, y es cuando este cuerpo hablante, en tanto corazón palpitante, viene a marcar el pulso en la arteria radial, de las huellas del paso de la vida: en los trazos de las manos, en las marcas de las orejas, en el seño fruncido entre los ojos, en el vientre o incluso en los besos invisibles que damos en silencio o lanzamos a la distancia.

Ya sabía, un poco, sobre la maravilla del funcionamiento biológico del delicado corazón, esencialmente una bomba impelente que tiene la responsabilidad de mover la sangre por el sistema cardiovascular por la pequeña y gran circulación. Y que además, la aurícula y ventrículo izquierdo son responsable de la recepción de la sangre oxigenada procedente de los pulmones, y de bombearla al resto del organismo a través de la aorta, y que las cavidades del lado derecho, son las encargadas de la recepción de la sangre relativamente desoxigenada procedentes del organismo y de distribuirla a través del tronco pulmonar, para que se produzca el intercambio gaseoso. Y que por otro lado este corazón pulsante, está continuamente en el juego de la expansión y la contracción, es decir, de la diástole y la sístole, respectivamente.

Me pregunto entonces, ¿no son acaso los gestos quienes constituyen el marcapaso natural de encender el nódulo sinoatrial para brindar la pauta del ritmo de los latidos del corazón? Y claro me ha sucedido con los amores que en tantos miradas o en tanto indiferencias los que me han hecho entrar en una taquicardia paroxística, que galopa tan fuerte que no existen riendas que lo a sujeten, o bien baja al otro extremo de verme envuelta en una insuficiencia cardiaca que me ahogo de mí en la ortopnea, en que no resisto lo cama, ni menos las posiciones horizontales, ya que la disnea se manifiesta, y este dolor se hace presente en el centro del pecho que oprime la respiración, agachando mi cabeza, mirando al suelo perdido, de las mañanas grises del puerto, a orillas de los acantilados, queriendo nadar en mis propias lágrimas sostenidas por la nota menor del bajo, de la debilidad total, de fibrilación absoluta, en que el corazón cae y tiembla, ya que nada lo alegra, ni la mirada de la escultura de barro, ni los múltiples arcoíris regando el jardín. Asumiendo la trampa de tener que amanecer otro día y reírme del momento de fatalidad conducido por mi propio abismo.

Estados de polaridades que me exigen volver al principio del corazón como impulsor de la sangre limpia, pero también conductor del lado viciado. Todo en Uno ¿no era acaso por eso que necesitábamos de los abrazos para ayudarnos mutuamente a sostenernos en el curso transitorio de sentirnos vivos y saber que existe otro corazón que palpita al ritmo del universo a tú lado? Mientras el organismo anda todo el tiempo intentando purificarse, y yo pasajera de este tiempo anormal, destruyendo todo lo que al paso de mis sentires van alterando el sistema eléctrico que enciende, que apaga.

Podré quedar infartada, en una isquemia cerebral derruida, atropellada por un accidente vascular, o con secuelas del mal funcionamiento de las válvula mitral, tricúspide, pulmonar o aortica, ¿cada vez que mi corazón vive sus trastornos ceremoniales con la realidad o con los sueños? Y miro al mar, y me sumerjo en las olas peligrosas de la tarde para reiniciarme o darme una desfibrilación de corrientes marinas….y algo cambia… Ya entendía ahora: el perro blanco sangraba el lamento de sus instintos bloqueados por la imposibilidad del decir ante el trastorno de la sinapsis de los encuentros.

martes, 8 de diciembre de 2009

borde de mi locura

Fusa, amiga, presentación realizada a fines del año, puesta a nuestros oidos una vertiente inmensa de creación musical y poética, interactuada con sonidos atmosféricos, bajos y cueros rasgando en las profundidades de nuestras sensibilidades, con un tono oscuro de críticas sociales reales y claro de esperanzas de sentir, creer y cantarle al amor.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

martes, 1 de diciembre de 2009