lunes, 28 de septiembre de 2009

Viaje al pasado siempre tan presente



De poemas para la vida

Viaje al pasado siempre tan presente

Abierto los ojos bajo el río, algo debía decirme, unas piedras,
sonidos, que venían desde la cordillera.
¿por qué estaba yo allí, sola con el agua, la naturaleza, el sol dentro del río?,
¿por qué era yo quien me sacaba las prendas humanas tejidas?
Quería verme desnuda al cielo.
¿por qué siempre busco un aire puro para respirar, un camino de arena, de piedras o de arcilla, un árbol grande donde meditar, una silla de madera
o la mirada de la escultura de barro.
¿por qué mientras estoy bajo el agua siempre escucho más, es como entrar a los sueños y verse y sentirse más que en la vigilia?,
¿y por qué las lágrimas también son de agua?

Habían pasado tantas noches de las cuales quería llegar a este momento,
una especie de introspección,
como circular o caminar alrededor, salirme y descubrirme.
Puede sonar extraño pero no extrañes que vivo de la imaginación fundamentalmente. Entonces, este camino ha de ser claro-oscuro,
de auras y ocasos,
espero que palabra por palabra pueda alumbrar esa oscuridad,
o que las sombras puedan mermar los estados de encandilamientos
que por la mente y el cuerpo están.

Soy mujer, y ello me gusta,
por eso tal vez que me gusto desde un principio.
Mis manos, creo que son lo más humano,
ellas han tomado firmemente las riendas de un caballo cuando apenas tenía 12 años. Allí en las alturas de una montaña pedregosa
creo haber dejado mis primeras incertidumbres.
¿por qué estaba tan sola y acompañada a la vez?
que permitía una experiencia inigualable
de abrirme y pensarme,
y no eran otra cosa que los olores,
lo que me llevaban al descubrimiento de aquello que se perdía,
sabía que siempre cuando alcanza la cúspide de la loma
más allá me esperaban otras,
en la contemplación de esos colores de la tarde
que prendían en fuego,
susurraba ya un misterio de mi interior,
y al bajar por ese camino peligroso,
la vuelta era siempre más peligrosa que la ida,
como si ir hacia allá no costaba nada,
sin embargo, las vueltas se hacían en oscuridad o sin agua.

Ahora me pregunto si ese caballo
De los cuales abrí mis piernas para montarme en ellos o en ellas
Estarán hoy afectando mis ansias y deseos.
Es que fueron en el trote calmado y coordinado
Donde descubrí mis primeras sensaciones de satisfacción con mi cuerpo,
Ese roce tan caluroso que emerge desde la piel del animal,
Era yo un animal, montada sobre otro animal.

Esos son entonces, los puntos desde donde agarro mi pasado
Siempre tan presente.

1 comentario:

  1. Que linda foto... me encantó su subjetividad, la misma de tu relato.
    Un abrazo compañera

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