miércoles, 27 de mayo de 2009

Imaginación vagabunda en el bosque. Una zona del recuerdo en la Quebrada de Córdova



He flotado por un mar de sensaciones, los espíritus de la quietud del agua han venido a buscarme, me ha llamado el pez volador para estar a su lado, sabíamos distinguir entre movernos por la escuela o irnos de paseo, que simple se ve en la lejanía. La excursión era nuestro escape hacia la seducción, en tanto querer beber la sabia del árbol sagrado.
El llamado de la tierra lo escuchamos, incluso entre construcciones y talas, los impulsos más plenos de la naturaleza habían marcado su paso escabroso, en las noches de fogatas, en las noches de ensueños, cuan mujer sacando fuego desde el perineo, yo lo veía en mí, lo sentía, vivía el desbordamiento de los racimos de uvas, ya listos para ser comidos, o del pan del horno que imperaba tener que sacarlo rápido antes que su parte más rica quedara convertida en cenizas, siempre perseguida por el electrocardiograma de la vida, en tanto péndulo que gira su cabeza de un lado a otro generando movimiento y amplitud, algo así como el pico del cerro, o la fosa de la montaña de la cuesta que subimos, marcados por nuestros latidos de resistencia de la manifestación grandiosa de aquello que queremos llevar a cabo: aprender enseñando, ubicado desde mucho antes en la imaginación.
Estamos predeterminados por nuestra imaginación, entre más imágenes construyamos de nuestros sueños e intereses, más caminos y posibilidades tendremos para verlo libre flor silvestre del campo, la gestión de las imágenes debe volar en nuestro interior, ser agua y adaptarse a todos los lugares y las formas, soñar con lo imposible, digo soñar en tanto que producción imaginaria de nuestro ser con el ser imaginario de los otros, eso, soñar en conjunto, con sonidos y silencios.
Los bosques, los ríos, las montañas, los senderos, los caminos hechos, los desechos, la quebrada, los matorrales y sus telas de arañas, las semillas en los bordes, los pájaros y los boldos majestuosos de verde, las raíces a la vista, todos, todos los impulsos de crecimientos allí en el bosque de lo real, y ahora con nuestras huellas ya pasadas, por esos caminos, lo dejamos todo, incluso soñamos alguna vez hacerle clases al cielo, y ahí estuvimos dibujando en la pizarra de arcilla con los plumones de palo, de chilca. Entonces, los sueños son paracaídas, son esos vuelos ocultos que permiten dejarse llevar en la inmensidad del espacio, en nuestras imágenes cóncavas, desde dónde nace todo y todo se forja, podríamos decir esas zonas de úteros dobles, femeninas de la creación, bajo las sensaciones predispuestas del amor.
Por cierto, desde un terreno fisurado como el cráneo, desde las distancias que nos separan las aguas, menos mal que son las aguas, ya que puedo nadar para llegar a visitarte, y luego volver a la otra orilla de la individua que soy. Las piezas escaneadas, quieren minimizar uno a uno los cortes para ir en busca de la falla, yo quiero transitar en esos sablazos para sellar los cálculos realizados tendiente al error del descubrimiento. Respetando las fallas, como construcciones geográficas del alma, como el paso de la vida por mí y los besos invisibles, respetando los tatuajes en tanto hoyos pintando las sensibilidades. Haré del jardín el común acuerdo mientras vaya sacando las charcas con los dientes.
Agradecida del circulo, agradecida de los cuerpos en círculo, agradecida de los pensamientos en círculo, agradecida de las voces en círculo, agradecida de los 5 elementos en círculo, agradecida de las ondas en círculo, agradecida de la comida en círculo, había visto los ojos tan brillosos y encantados, hipnotizada, fijando una imagen en dónde las palabras ya no se escuchan y se confunden entre la sonoridad de los deseos entrantes como río al mar, ahí viene se oye en lo profundo, a vive el lugar del encantamiento, el lugar de las zonas henchidas, el lugar de las manos cargadas de sangre, ahí viene el contacto del sol en el espacio de las ventanas, ventanas que nos permiten marcar la diferencia del afuera, por eso preguntaba ¿cómo se ve el sol desde tú ventana?, entre las hojas desprendidas de los álamos en otoño, o entre los follajes espinosos de las quebradas que llevamos tan dentro que se pierden y confunden en la belleza de la armonía de encender la vela ante el bosque nativo de la costa.
Era cierto, en la punta del cerro, cuando escalamos por las raíces y cantamos: subimos por las raíces de la tierra, me dispuse en tono tranquilo pero excitado a recibir como parto los rayos del sol en mi cuerpo con ejercicios de expansión y contracción, y allí pensando cuán águila a punto de emprender el vuelo, aleteaba por el mundo de las ideas de cristales amarillos, llegada la comprensión de la materia en tanto vaivenes de saberes implícitos en los campos de energía, era la olla de la bruja al fuego fusionando todos los cuerpos de saberes ante el imperio del sol, y hoy mi corazón como estrella guiadora grita a los impulsos de la noche querer cerrar los ojos para contemplar las chispas de la oscuridad y seguir tejiendo la soga que atrapa los sueños.

2 comentarios:

  1. Hola Temistoclea!

    Generaste todas las buenas condiciones para poder ir más allá en nuestro conocimiento, la mejor cultura son tus raices...apague el interruptor de la escuela y se prendio el sol en mi ventana.

    Gracias,un abrazo grande!
    David.

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  2. hola amigo..es la Quebrada de Córdova en El Tabo V region?
    un abrazo

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